
El ganso chino puede ser fácilmente distinguible de la oca europea por la presencia de una protuberancia en la base del pico, si bien los híbridos entre ambas especies pueden presentar una gradación para la presencia y el tamaño de la misma.
La domesticación del ganso data desde la antigüedad, de hecho, existe evidencia arqueológica de que tal proceso comenzó en Egipto hace unos 5.000 años. Los gansos domésticos han sido seleccionados para tener un mayor tamaño corporal que sus parientes silvestres. Así, el ganso doméstico puede pesar hasta 10 kg mientras que el ganso cigüeña llega solo hasta los 3,5 kg y el ganso cenizo hasta los 4,1 kg. Este incremento en el tamaño corporal afectó también la estructura general del cuerpo, de modo tal que mientras los gansos salvajes tienen una postura horizontal y un extremo posterior delgado, los gansos domésticos -al depositar gran cantidad de grasa hacia la cola- presentan un extremo posterior más gordo y pesado, lo que las obliga a tener una postura más vertical. Además, esta característica también impide que los gansos domesticos puedan volar.
Durante la domesticación también han sido altamente seleccionados para incrementar su fecundidad. De hecho, las hembras del ganso doméstico ponen hasta 160 huevos por año mientras que las especies de ganso silvestre solo ovopositan de 5 a 12. Los cambios en el color del plumaje, en cambio, han sido variables. Algunos han sido seleccionados para perder los tonos castaño oscuro característico del ave silvestre lo que dio como resultado animales completamente cubiertos en plumas blancas. Otros retienen un color del plumaje similar al de las especies originales, como el ganso de Tolousse. También tiene la característica de ser ave guardián en las granjas por excelencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario